Carta al Director ll: Más allá del cumplimiento de la Ley REP

Señor director:

En ese sentido, la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), vigente desde 2016, ha sido clave para optimizar la gestión de residuos, obligando a fabricantes e importadores a responsabilizarse por el impacto de los productos que introducen al mercado. Sin embargo, cumplir con la normativa no basta, pues urgen transformaciones más profundas, medibles y continuas.

El desafío es maximizar el valor de cada residuo, reutilizándolo como materia prima y prolongando su vida útil, para minimizar la disposición final. La sostenibilidad no solo es viable, sino estratégica, porque optimiza la eficiencia y fortalece el compromiso ambiental en toda la cadena de valor.

Carlos Rizik, Director de Logística para Sudamérica de Schneider Electric

Estrategias de valorización, eficiencia operativa y transformación en la gestión de residuos impulsan un cambio estructural en sectores productivos que buscan operar con mayor resiliencia y responsabilidad ambiental.

Sin embargo, el progreso ha sido desigual. Un análisis de Proyecta Impacto (2023) sobre más de 30 empresas líderes en Chile reveló que una proporción significativa aún no reporta sus emisiones indirectas (alcance 3), lo que evidencia brechas relevantes en trazabilidad y gestión ambiental, especialmente entre grandes corporaciones y empresas medianas.

Las cifras públicas también alertan sobre el desafío. Según el Informe Consolidado de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (RETC 2022) del Ministerio del Medio Ambiente, ese año se generaron más de 17,8 millones de toneladas de residuos no peligrosos, el 49 % de ellos de origen industrial. A esto se suman más de 600 mil toneladas de residuos peligrosos, concentradas principalmente en zonas de actividad minera.

De la normativa al cambio

Un ejemplo de este cambio estructural lo lidera la planta de Schneider Electric en Santiago, donde la compañía ha implementado una serie de medidas orientadas a la economía circular. Desde 2019 ha logrado recircular más de 500 toneladas de residuos plásticos gracias a un sistema de trazabilidad que ha permitido identificar y cuantificar con precisión más de 5.000 componentes o productos distintos utilizados en su operación. A esto se suma una operación que funciona con energía 100% renovable, mantiene una política de cero residuos a vertedero y alcanza una tasa de valorización de residuos industriales del 99,6%.

“Nuestro enfoque es identificar el mayor valor posible en cada tipo de residuo. Algunos los podemos reutilizar en nuestra propia producción, otros se transforman en materia prima para distintas industrias y también hay componentes electrónicos que reincorporamos a través de gestores especializados. El objetivo es darles una nueva vida útil y reducir al máximo la disposición final”, explica Joan Valenzuela, jefe de Salud, Seguridad y Medio Ambiente en Schneider Electric.

No obstante, la empresa también ha introducido mejoras operativas simples pero efectivas en su planta productiva, como la implementación de filtros de cartón y fibra de vidrio para su proceso de pintura, lo que les ha permitido eliminar el uso de 12 mil litros de agua al año, evitando así la generación Residuos Industriales Líquidos (RILES) en toda su operación.

Además, cumple con las exigencias de la Ley REP mediante el sistema de gestión Resimple, reportando mensualmente los materiales puestos en el mercado.

Para finalizar, vale la pena destacar que desde el 2021 Chile cuenta con una Hoja de Ruta para la Economía Circular, pero el verdadero desafío está en escalar estos modelos hacia más industrias y territorios.